Cae la noche, ¡Que dicha!…
Se lleva en sus brazos la desdicha del día.
Así de las penumbras, un nuevo día amanece,
Hoy, para mañana y siempre…
Abrazo alegría, que el púlpito me da,
Un altar de júbilo y entereza que va…
Abrazo tu dicha, nuevo sol, nueva vida.
Y no olvido mi pasado lo acepto como está.
Canto al cielo, a las aves, a la luna y al sol…
Pido a las estrellas, a los árboles, a las nubes,
Volcar mi tristeza a los ríos, mares y tierra…
Pues ellos sanarán todo dolor, sin que muera,
Repito mis plegarias al viento una y otra vez,
A los días y a las noches, a un pequeño girasol.
Respondo preguntas que no tienen respuesta…
Acuno yerto, mientras yerro mi andar a diestra.
No me arrepiento de amarguras conferidas siendo nuestra…
Elevo a mi buen Dios, a mi dulce Diosa por la muestra.
Sutil, encojo sentimientos mundanos,
Pues mi vida es parte de la marea, de la bruma
Soy parte de la tierra, de la naturaleza,
Soy de la vida, luz radiante, una promesa.
Proezas amorosas engalanan mi cuma,
Con que corto de tajo, sentimientos profanos.
Retumban los canticos del alba,
Musitan las voces de antepasados,
Trinos sutiles llenan mis sueños alados,
Criaturas cruzan mis sendas, seres de patialba.
Miro a un mundo distinto, sereno, tranquilo,
Justo como siempre debió ser, feliz, agradecido,
Mi camino andando, bordeado de flores maquilo.
Para tormentos paz pido, y el camino de la dicha decido…
S.G.
¡De la vida. La dicha siempre exija!
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