martes, 4 de febrero de 2014

Resonando…


En el bosque te vi por vez primera,
Recuerdo bien aquella tarde en primavera,
Estabas sentado a la sombra de una higuera,
Segada caminé a ti, como si fuese prisionera.

Recuerdo el trino dulce, de las aves lisonjeras,
El viento sutil, rozaba mis más íntimas quimeras.
Criatura mítica de colosales, doradas alas,
Umbral de mis noches, edén de fulgores y galas…
Entre los árboles quedé sosegada, te contemplaba,
Ruborizabas mis deseos con tus ojos de infinito cielo,
Delicado e indomable al mismo tiempo, solo te notaba.
Orbe de mis entrañas, que me llevabas en pleno vuelo.

De pronto caminaste hacia mí, con armoniosa sonrisa,
Eche paso atrás al atisbo y mis alas se abrieron a prisa.

Abriste los brazos en son de paz, y calló mi presteza,
Mirarte tan cerca fue gloria que acallo toda tristeza,
Ósculo del viento, del sol sereno, me unió a ti en secreto,
Rocío de mis mañanas, amor profundo y sin decreto.

El mundo calló a mis pies al sentir tus manos,
No sé ni en qué momento, huyeron mis dolores vanos…

Mi vida eres y seguirás siendo tú, mi sol, mi día,
Ilusiones del alma, de este lecho ardiente, vida mía.

Planeé en instantes toda mi vida en tu compañía
Irradiando tu bella sonrisa, que dicha, que alegría,
Eres el sueño eterno, que me colma en simpatía,
Lucero de mi cielo oscuro, tu amor… es mi armonía.

Ocarina de amor…
Todos los derechos de autor, reservados.
04/Febrero/2014