miércoles, 26 de febrero de 2014

Tinieblas...

Marchita la voz hastiada, en esta habitación helada,
Recorro estos rincones soeces con la mirada, cansada,
Una pistola, una soga, un cuchillo, o pequeña daga,
¿Qué más da? Ahora al sentirse acabada, abandonada…

¿Sientes el silencio? ¿Vez mi frio? ¿Escuchas su ruido?
En mi espalda se luce solemne, tortuoso escalofrío,
Que me grita, que me yerme. ¡Aquí estás, no te has ido!

En este rincón, sentada en polvoriento sillón,
Colillas de cigarro, enjugan inexistente eslabón,
Solo inunda la alcoba, ruido tenue de farolillo follón,
Donde una bala impregna en el piso carmesí del corazón.

Trinos ancestrales, o una pianola antigua, me parla,
Una mano alargada, brillante, la mía pide darla…
La luz va acrecentando mi voz, del rincón ocupado,
Y del espíritu cansado, solo el cuerpo en mi sofá…
Ha quedado.

S.G.
De todo… ¡Nada!
Todos los derechos de autor, reservados.
26/Febrero/2014