Encandilo mi alma al borde, de un rezo en mente,
En tanto río, juegas patrono con mis desvíos...
Y penetro en tu sentido taciturno, demente...
Invado cada pensamiento tuyo...
Estremezco sedienta tu aliento.
Tú sólo me miras fijo… tan atento.
Te mezclas con mis vilipendios…
Me sofoco, llenándome de encanto,
Y me disipo en tu cuerpo, yerto al reconcomio...
Soy sombra, soy penumbra soy zozobra...
Donde solo un movimiento mal asentado,
Desplomará mi cuerpo al silencio...
Y seré bruma y seré solo viento...
Y seré tormento que acunará en sollozo,
Tu mirada fija de sustento, en mí regazo…
Pero no, no estoy muerta, o no se si ya pasó…
Cierro los ojos y me aferro sigilosa a tu cuello...
Suspiro... deseo… anhelo tu piel, tu aroma desierto...
La vía es lóbrega, pero una luz rodea tu ser...
Bebo la fragancia de tu cuerpo, sin tenerlo...
Cavilar en tu lecho, me ata a ti, dejándome sin aliento,
Te pierdo en mis remembranzas, en mis lívidas amenazas...
Te empujo al inerte lamento,
Sollozo tu nombre en procaz retardo...
Te miro, no estás conmigo, te grito…
El insomnio no ha dejado rayo de ausencia...
La luz acaba conmigo en voraz y lasciva sentencia.
Pues soy animal, soy bestia, soy fiera.
Y miraré la luna llena, desde un pequeño hálito de brío...
Atraviesa mi piel envenenada, empalidecida...
Cada fulgor, roe mi pecho, convirtiéndolo en desecho...
Cada milímetro de piel se convierte en brisa,
Condena de amor, condena de muerte…
Te busco, te miro, te encuentro…
Atento… Silencio… Calla… Mira… Siente!!!
He vuelto, de la sombra, de la eterna oscuridad…
He venido a sentir tu voz de nuevo en mi…
Y me juzgas… me llevas en ti, soy yo, soy tu, somos uno…
El llamado de la sangre, invade este sepulcro
Abalanzo la placidez a mi lánguido alabastro
Y renazco de ti, empapada en sed inherente…
Odio, amargura, agonía, venganza, defunción…
Y soy tú, y soy yo, y soy solo la bestia,
La asesina, la que en ocioso te asecha,
Soy tu obsesión, tu lamento… Tu muerte…
DOMINUS DESIDERATUM ENTEUS VITALUS
SEMPER AMORE
