Elixir, obra
bendita de tu ser,
Mi amarga tentación,
de razón incauto,
Tan cándido
como sólo tú, retumbante, febril.
Quiero
esclarecer ante tu pupila mi voz perenne,
Donde todo
en mi entorno vive, y efímero fenece,
Decido a
gota demente seguir, amar,
Soñar, por tan
solo verte.
Avanzo de ti
entre tinieblas funestas,
Sin otro fin
más allá, que sólo saberte.
Sentirte, es
como sueño prudente.
Y caída en
las alas de tu desdén,
Tus labios
empapan mis lágrimas muertas.
Aún yacen
yertas, entre escombros de recuerdos,
Pupilo
bendito, de avenimientos mefíticos.
Ya no puedo
más, tus caricias me ahogan,
Una, Otra, y
otra más ¿A dónde voy a parar?
¿Cuántas más
probaran ese tu vino sutil, atroz?
Donde viví, donde
embriague mis noches de ti.
Tan cerca, y
lejos, postergada en cruel relego,
Ahí, blasfema
imagen de veredas costeras,
Que andrajosa
la mente polvorea de bruma llena,
Marchas calmoso;
arribas cual vaivén taciturno.
Llegas de
nuevo, encallas en este puerto mental
Me vez, me
revives de rincón sombrío, intrincado.
Vacío en
quimera, penetras lúgubre senda,
Donde me
vuelvo a soslayar de mis preguntas.
Vuelves cual
rayo lívido de pávido enfermo,
Rodeas mis
culatas, ruin lisonjero.
¡Marchítame sempiterno!
voraz por dentro,
Que no quede
nada, ni un puño de mí.
Devora
nuevamente mis entrañas,
Consúmeme en
tu celoso vino,
Hoy ya no
alcanza el cuerpo para más.
Elixir de
razón, vino dulce, vino amargo,
Sabor para
una, agrado de ninguna,
Adiós a ti,
a todo, a nada,
Vino blanco,
vino tinto.
Pávido
insomnio inerme
Vino. De mi
llanto.
E. B. R. (*S.G.*)
DOMINUS DESIDERATUM ENTEUS VITALUS
SEMPER AMORE
