Que triste estar, sin que estés,
Ufano tormento, me abate la tez
Inquieta mi mente, al más no verte,
Sé que estás conmigo en mi corazón y mente;
Intento no llorarte y con amor recordarte,
Rompe el silencio, que esta pena me enferma,
Anda, que esta cruel dicha no merma.
Tengo tu voz ondeando en mis adentros,
Estancados están tantos recuerdos,
No tengo más momentos cuerdos,
Esgrimo el llanto, esperando encuentros…
Ríen y lloran, desconcertados van mis sentimientos.
Tiritan los latidos, gimen, siguen hipando abatidos.
Es ahora mi martirio, vivir así… Sin tus momentos.
De pardo mi cielo con tu adiós se ha manchado,
En tu cama fría y vacía, la vida tras de ti se me ha
marchado.
No lo niego, me ausente tanto por seguir falacia quimera,
Una flamita confundí con una estrella, y el viento la apagó,
Enredándome en mi hoguera, donde todo pierdo y pago yo,
Vagando y buscando tu sutil efigie en mi niebla efímera,
Ofrenda que mi corazón, no perdona, ni por razón perdona.
Aún a tiempo volví a tu lado, más eso no me alienta…
Me duele tanto esta inicua y perenne partida,
Inundó mi pasión de silencios aciagos, sin medida.
Logro sentirte si cierro los ojos, aún porto tus abrazos,
A mi lado estás aunque quisiera correr a tus brazos,
Diera mi vida, por volverme a acurrucar en tu regazo,
Oigo tu voz y despierto sin ti, sólo buscando mi ocaso.
S.G.
¿Cómo
abrazarte, si ya no estás?
Todos
los derechos de autor, reservados.
24/Enero/2014