jueves, 13 de febrero de 2014

Tu decides.


Camina hacia mí y no me agaches la mirada, pues te estoy extendiendo la mano. Sé y sé muy bien que crees al céfiro mundano. Más ánimo pues no estás solo hermano. Sólo el ruin, sólo el vulgar, sólo se queda el que no aprende a amar. Sólo está el que prefiere odiar a todos aquellos que a su paso no le supieron apreciar…

No te vayas a precipitar que en el vacío hay mucho sin par; de verdad está todo aquello que no quieres encontrar, ánimo amigo no te dejes ofuscar.

Ven, toma mi mano y observa con el corazón no solo mires, que esta lobreguez no es mala, no es inhumana, no la sojuzgues tras la ventana. Vívela, entiéndela, amala, porque no es ella, porque eres tú… con tu espada empuñada al pecho, no mi hermano, no mi amigo, no seas tu propio enemigo.

Ciega el desvarío aunque te torture el brío, aunque la tempestad te cubra en el frío, sigue más fuerte amigo mío, que la venganza, la muerte y el odio son para vencido… Y tú, tú no estás vencido, quizá las lágrimas te nublen por momentos el camino, los relámpagos ensordezcan tus oídos, a veces la nubes parecen ser los enemigos, pero no mis amigos, cielo e infierno los tenemos aquí nosotros mismos.

Toma mi mano, ven a mí que soy la respuesta a tu entereza, dame la dicha de quitar tu tristeza, que soy belleza amigo mío, soy a razón, tu propia existencia.

Siempre el corazón erguido.
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13/Febrero/2014