Camina hacia mí y no me agaches
la mirada, pues te estoy extendiendo la mano. Sé y sé muy bien que crees al
céfiro mundano. Más ánimo pues no estás solo hermano. Sólo el ruin, sólo el
vulgar, sólo se queda el que no aprende a amar. Sólo está el que prefiere odiar
a todos aquellos que a su paso no le supieron apreciar…
No te vayas a precipitar que en
el vacío hay mucho sin par; de verdad está todo aquello que no quieres
encontrar, ánimo amigo no te dejes ofuscar.
Ven, toma mi mano y observa con
el corazón no solo mires, que esta lobreguez no es mala, no es inhumana, no la
sojuzgues tras la ventana. Vívela, entiéndela, amala, porque no es ella, porque
eres tú… con tu espada empuñada al pecho, no mi hermano, no mi amigo, no seas
tu propio enemigo.
Ciega el desvarío aunque te torture
el brío, aunque la tempestad te cubra en el frío, sigue más fuerte amigo mío, que
la venganza, la muerte y el odio son para vencido… Y tú, tú no estás vencido, quizá
las lágrimas te nublen por momentos el camino, los relámpagos ensordezcan tus oídos,
a veces la nubes parecen ser los enemigos, pero no mis amigos, cielo e infierno
los tenemos aquí nosotros mismos.
Toma mi mano, ven a mí que soy la
respuesta a tu entereza, dame la dicha de quitar tu tristeza, que soy belleza
amigo mío, soy a razón, tu propia existencia.
Siempre el corazón erguido.
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13/Febrero/2014