Quiero sucumbir al haber arribado el alba;
Esta férrea condena me envenena el alma,
Me atraganta la vida con este dolor sin calma,
Ya no tengo sosiego, ya ni el amor me salva.
Doquiera que voy, doquiera que me encuentro
Tu recuerdo me persigue, me quema por dentro…
Denigro tu dicha, suplicio que en el corazón centro,
Una rosa muerta, en el recuerdo llevo tan dentro.
Voces abominables me doblegan la razón,
Pugno mis sentidos, no me quiero devastar,
Pero el pleno deleznable, no se conserva estable,
Desgarro la voz implorando tu regreso, tenme compasión.
Llevo la risa marchita, quisiera al mundo las pasiones subastar…
Y en lastre de desdicha, tu presencia me resulta inefable.
Quiero palmar mi vida en el brazo de tus sentidos.
Peno sobre el agudo vacío en el que me has fundido
Y por misericordia pido a la razón, borrarte de mi mente,
Pero sigues aquí, y ando tan harta, hastiada, tan demente…
Más de amor deseo te llenes, aun viviendo estos áridos alaridos.
Y te lloro, y te aclamo, y a mi dolor reclamo,
Y si la vida te puso a mi lado para menguarme,
Con tu adiós, con tu fingido amor, lo ha logrado,
No tengo ilusión, se me ha extinto la dicha en las manos,
Y aquí rodeada de todo, sigo siendo nada, lloro derrotada…
Y aún con tu perfidia en medio del alma, sigo de ti… Enamorada.
Vamos paso a paso, sin permitir repaso.
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16/Enero/2014